La selección es como un marido golpeador. Siempre que decís "basta para mí", aparece con un ramo de flores que te hace pensar de nuevo que quizás esta vez cambie de verdad.
Y eso es lo que pasó ayer en el triunfo por la segunda fecha.
México venía de empatar con Polonia y eso, por lejos, era mucho mejor que lo que nosotros hicimos contra Arabia. No solamente por el resultado sino por los RECURSOS. Y aquí la palabra clave. Argentina en el debut no supo qué tenía que hacer ante un planteo como en de los sauditas. Para mí eso, lo dije ya, es gravísimo. No puede ser que el técnico, o ninguno de los 26 que estaban ahí, de casualidad, no haya visto un videíto en tik-tok de cómo se fuega contra la ley del offside.
Y arranca el partido contra México y otra vez sopa, pero esta vez de pollo. México aprieta en la marca como si fuesen los últimos 5 minutos. Argentina no sabe qué hacer. Otra vez. No consigue encontrar a un jugador libre para pasarle la pelota y lo único que se le ocurre es tirar centros a ver si de casualidad, otra vez el pensamiento erróneo, alguno de la selección más petisa del mundial, encuentra un cabezazo.
Los delanteros estaban invisibles entre los 5 defensores verdes. De Paul no paraba de regalar pelotas (en un momento no solo llegué a pedir que lo cambien ya mismo sino que se retire del fútbol en ese mismo momento). Los mediocampistas (Messi incluido) no se daban cuenta de que la única opción, en ese escenario, era entrar gambeteando, quebrando la defensa y/o atrayendo la marca de a 2 o 3 contra 1, para que los demás compañeros queden desmarcados y ahí sí, darles la asitencia para que, Dios lo quiera, podamos patear al arco. Y no. Nadie hacía nada de eso y la selección la Riquelmeaba toda, jugando la pelota para atrás como si tuviese que hacer tiempo para terminar el partido y volver a casa a ver el mundial con sus esposas instagrameras.
En el dolor de ojos que me causaba todo ese primer tiempo, me puse a pensar quién puede gambetear en este equipo. Solo Messi y Di María. No hay un suplente siquiera que Scaloni pueda poner (como se tuvo en su momento a otros "10" como Sabella, Bochini, Alonso) de reemplazo o refuerzo para poder dibujar algo en el césped. Es tremendo. Lo sigue siendo a pesar del triunfo. Nadie gambetea. Y es un RECURSO que en este partido hacía falta.
El segundo tiempo empieza con más de lo mismo. Scaloni no hace absolutamente nada en el vestuario porque nada cambia y méxico (sin ningún interés en ganar el partido sino en evitar que nosotros lo hagamos) sigue con su planteo perfecto.
El único que vio la luz, fue el fideo Di María (sigo lamentando una y otra vez que no pudo estar en la final de 2014) que intentó el firulete para desarmar la defensa mexicana. Los delanteros, aunque incluso fueron reemplazados, estaba estáticos! Chabón! Corré aunque sea para la estadística! Para que figure que corriste! Movete para ver si por lo menos a algún medio se le pueda ocurrir tirarte un pase que puedas devolver a un toque a modo de pared... ¿no escuchaste hablar de la pared en el fútbol?
Bueno... ya sabemos el resultado así que no más pálidas: aparece Messi con la revolucionaria idea de patear al arco! Eso que los chicos de 10 años hacen todo el tiempo y los demás le dicen "no seas morfón! pasala!". Y el 10, tarde pero seguro, se da cuenta del truco y mete un bombazo descomprimidor.
Y ahí todo cambia. Pero... ¿por qué? Porque de repente todos se dieron cuenta de qué tenían que hacer? No señor. Porque México con 1 punto en dos fechas sabe que se va del mundial prácticamente y tiene que salir del bunker. Entonces nos regala un poco de espacio y por eso aparece la confianza, las jugadas. No muchas eh. No te vayas a creer que los cagamos a pelotazos, no, no.
Scaloni, lo único bueno que tengo que decirle, es que al menos mete cambios. Eso es bueno. Muchos técnicos, por miedo a alterar la autoestima de los titulares, los mantienen a rajatabla. Este pibe no. Es lo único bueno que le vi hacer. Meter mano a lo loco. Y de ahí entró el segundo gol. De un cambio inusitado, porque en vez de volver a poner el titular del partido con Arabia (Paredes), paradójicamente pone a Enzo Fernandez para que tire una pared(!) y meta un golazo por el hueco que se abrió.
Lo que sacamos de bueno, es que oooootra vez más nos ilusionamos.
Lo malo: lo frágil de la personalidad de la selección, su autoestima, su confianza en los pies, en jugadores que juegan frente a 50 mil espectadores todas las semanas en las ligas más importantes del mundo. Es casi de miedo que el chip les cambie para mal cuando se ponen la albiceleste.
Quizás para el miércoles contra Polonia, que juegan con la camiseta violeta(!) no les pesen tanto los colores. O quizás la confianza haya subido un renglón con histéresis y les dure para meter un triunfo que nos deje tranquilos en octavos sin cruzarnos con Francia (otra vez!) y la mística de lows mundiales quizás se apiade de nosotros y nos de una mano para llegar más allá.
Lo que preocupa, todavía y mucho, es la falta de recursos. Ya tengo miedo de qué técnica de manual puedan aplicar los polacos y Scaloni no conozca por no haber leído un libro en su vida.
A cruzar los dedos.
